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martes, 25 de junio de 2013

REFLEXION 8



     
   Buenas noches. Vuelvo a encontrarme con vosotros, una vez más, para sacar de mi interior unas palabras y continuar enfrentándome a este mal del alma, llamada Agorafobia.

         Hoy de nuevo me encuentro con las paradojas que en todos estos relatos vienen a ser denominador común. Paradoja, porque os escribo con el ánimo cambiado, de momento, más positivo y alegre. Por otra parte, temo que dicho ánimo sea la resultante de otra de sus trampas. Como os dije en ocasiones pasadas, esta mala compañía, viene de la mano de la Ansiedad más exacerbada junto con algo que llaman depresión, pero que yo denomino “tristeza absoluta del alma”. Y ahí mi temor y sentimientos encontrados… alegre por diversos motivos, animoso por ciertos acontecimientos, que aunque no magnánimos, para mi sí lo son con suma importancia… Pero claro, si nos vamos al apartado médico, que no hay que dejarlo de lado, un signo frecuente, notorio y característico de la depresión es pasar de estados tristes a euforias, en intervalos escasos de tiempo! Y para colmo, hace unas semanas, en la consulta de la profesional, me entero que mis cambios de genio, carácter, era signo claro de este mal que entristece el ánima! Así que cualquiera se fía… más si cabe con mi archienemiga Ágora, que cual Doctor Moriarti está siempre acechante, en las sombras, esperando su oportunidad para darme su estocada, ciega ella misma, de que no elegí ni quise ser su señor Sherlock Holmes! Pero poco le importa… el daño es su fin más preciado, y no tengo ningún elemental querido Watson para evitar sus cuchilladas! Pero en fin, si los hermanos Grimm hubieran sabido de ella…. ya tendría su gran reina malvada de cuento, con la excepción que Blancanieves seguiría encerrada en su ataúd de cristal y sin querer salir para ver ningún príncipe que la bese… Cuán distinto sería el final!

         ¿Que deciros hoy? Pues hoy no me apetece, dejadme por un día esa libertad, de poner en sobre aviso lo que esta maligna puede hacer… Hoy quiero que ese ánimo con el que comienzo, no se torne en pesadumbre. Ya habrá más momentos para hablar de ella con sapos y culebras.

         Muchos sabéis de mi pasión por la fotografía… los que lo conozcáis ahora, ya os digo que para mi además de Arte, expresión, transmisión, está hasta siéndome útil contra esta enfermedad. Porque esa pasión por veces me obliga a salir a tomar una instantánea, aunque sea al parque de al lado, pero ya es algo, y de otra forma no haría. Sin proponérmelo explícitamente, está siendo terapia, y me mantiene la mente ocupada, parando viejos fantasmas que desean de nuevo colarse por alguna de mis grietas.

         Pues bien, repasando mi fototeca particular, me paré en una instantánea, la cual tengo especial aprecio (os la pondré a continuación) por lo que representa en tanto en cuanto que me rememora un viaje muy especial que hice con mi pareja… deseoso de poder mostrarle algo bello que desconocía pero que yo, habiéndolo visitado en varias ocasiones, sabría que se dejaría atrapar por su magia y belleza… y así fue, nos atrapó!



         Al margen de esta reminiscencia preciosa, voy a la fotografía en cuestión. La vi días atrás. En uno de esos muchos en los que mi rutina carcelaria jugaba con mis ánimos tirándolos por los suelos. Y me detuve en la imagen…. y sólo veía desesperanza… el blanco y negro que daba profundidad, a mi me remitía a tristeza. La persona que anda (mi chico) me hacían sentir la más pesada de las soledades. El camino empedrado era una metáfora viviente de mi sufriente vida, cual devoto sufre el dolor por ir de rodillas por caminos semejantes para llegar a la ermita de rigor, y ofrecerse para pedir alguna bienaventuranza…. Con la salvedad que ni voy a ninguna ermita, que no es devoción, si no imposición cruel y manifiesta… y que sobre todo no espero buenaventura alguna al final del mismo. Los árboles, ennegrecidos por la propia característica de la foto, me inspiraban muerte y desasosiego, terreno infértil cubierto de cenizas imposible de reutilizar nunca más… y ese terreno lo sentía como mi interior, yermo, apagado y con el peor de los vacíos!

         Y el final del camino, que como veis, es blanco, sin profundidad de campo, sin saber lo que hay al otro lado, esa luz brillosa…. dejó de ser para mi brillante, para tornarse en inquietante, perturbadora, asustadiza, paralizante… ¿para qué caminar? Estaba convencido que atravesarla sería encontrarme con la Nada. Y una cosa es sentirla hiriente, como para encima quedar sumergido cual océano inmenso donde no hay rumbos, ni norte ni sur, ni arriba o abajo… sin dimensiones!

 Y ya tuve la coctelera mágica… los engranajes bien aceitados, empezaron a moverse con su peculiar rapidez… mi vida no era vida, mi ser, inexistente, invisible. El miedo nuevamente apretando sus fuertes cadenas contra mi pecho…. y aunque sin crisis de pánico por medio, la ansiedad se disparó por las nubes, de forma vertiginosa… como la subida de azúcar de un diabético, que falto de insulina, necesita inyectársela. La diferencia, es que si tuviera esa insulina, ni la reconocería, y si lo hiciese, no tendría medios para tomarla. Mi páncreas del alma ya estaba con su particular agonía! Y aquí, de nuevo amigos, mi gran aplauso para otra obra magistral de mi amiga Agorafobia…de nuevo engañado y torturado mientras soportaba sus incisivas risas clavándose a cuchillo! Lo hizo de nuevo!

         ¿Y me diréis, con toda razón, donde está ese positivismo que hablabas al principio, Alberto? ¿La enfermedad te afecta tanto a la cabeza que olvidas lo que dijiste y te pierdes de nuevo en experiencias sufrientes?

         Pues os digo, que en una cosa lleváis razón si es ese vuestro cuestionamiento… que de vez en cuando se me va el órgano interno del cráneo y me pierdo o disperso. Pero esta no es la ocasión!

         Os comentaba lo anterior porque además de ser cierto que días atrás todos esos sentimientos se acontecían… hoy de nuevo vi la misma fotografía, pero que un día tiempo atrás subí a esto del Facebook, y observé que el mensaje que yo mismo ofrecía era totalmente distinto! Y me hizo parar en seco todo ese engranaje malvado, todo esa negatividad, para volver de nuevo a ver la belleza con la cual hice la captura fotográfica! Y nació hoy en mí una sonrisa especial, que se unía a otras que el día me otorgó… pero sobre todo volví a sentir esa sonrisa en mi interior, como si latiera cual corazón impulsando esa esperanza por cada capilar de mis entrañas. Nuevamente me reconocí, como os comenté en una reflexión anterior! Me había olvidado…. pero volvía a sentir mi yo primigenio, el real, no el virtual decaído, impuesto con engaños por esta enfermedad odiosa. Pasaron mil imágenes de como yo soy realmente… y aunque fueron rápidas como una película al rebobinarse, quedaron sentidas! Y con eso me bastaba…. Quizá hoy no es signo de euforia como patología de la depresión. Hoy volví a vivirme… a beberme… a sentirme profunda y profusamente. Y fueron pocas las palabras que puse a pie de foto aquel día en Facebook, muchísimas menos que las que surgieron cuando me inspiró tristeza…. Un pequeño párrafo culminó mi estado alegre de hoy, con una alegría añadida… Agorafobia, aunque no es muy a menudo, hoy volví a derrotarte! Termino este relato dejándoos con lo que me voy a quedar esta noche rumiando y degustando. Ese pequeño párrafo que un día escribí, y que hoy me devolvió un pedacito de Vida. Hasta pronto, amigos. Mis mejores deseos y un cordial saludo.
Alberto

        

“Vivimos momentos convulsos, inciertos, donde todo se tambalea, las realidades nos encrudecen con su tosca bofetada... donde los caminos parecen desaparecer, donde no se avistan horizontes, donde el color da paso a extenuantes escalas de grises....!

 Pero los caminos siguen estando ubicados donde siempre, los colores no han desaparecido, los horizontes no están tan lejos... sólo hay que seguir.... caminando!”

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