Hoy de nuevo me encuentro con las
paradojas que en todos estos relatos vienen a ser denominador común. Paradoja,
porque os escribo con el ánimo cambiado, de momento, más positivo y alegre. Por
otra parte, temo que dicho ánimo sea la resultante de otra de sus trampas. Como
os dije en ocasiones pasadas, esta mala compañía, viene de la mano de la
Ansiedad más exacerbada junto con algo que llaman depresión, pero que yo denomino “tristeza
absoluta del alma”. Y ahí mi temor y sentimientos encontrados… alegre por
diversos motivos, animoso por ciertos acontecimientos, que aunque no
magnánimos, para mi sí lo son con suma importancia… Pero claro, si nos vamos al
apartado médico, que no hay que dejarlo de lado, un signo frecuente, notorio y
característico de la depresión es pasar de estados tristes a euforias, en
intervalos escasos de tiempo! Y para colmo, hace unas semanas, en la consulta
de la profesional, me entero que mis cambios de genio, carácter, era signo
claro de este mal que entristece el ánima! Así que cualquiera se fía… más si
cabe con mi archienemiga Ágora, que cual Doctor
Moriarti está siempre acechante, en las sombras, esperando su oportunidad
para darme su estocada, ciega ella misma, de que no elegí ni quise ser su señor
Sherlock Holmes! Pero poco le importa…
el daño es su fin más preciado, y no tengo ningún elemental querido Watson para evitar sus cuchilladas! Pero en fin,
si los hermanos Grimm hubieran sabido
de ella…. ya tendría su gran reina malvada de cuento, con la excepción que Blancanieves seguiría encerrada en su ataúd
de cristal y sin querer salir para ver ningún príncipe que la bese… Cuán
distinto sería el final!
¿Que deciros hoy? Pues hoy no me
apetece, dejadme por un día esa libertad, de poner en sobre aviso lo que esta
maligna puede hacer… Hoy quiero que ese ánimo con el que comienzo, no se torne
en pesadumbre. Ya habrá más momentos para hablar de ella con sapos y culebras.
Muchos sabéis de mi pasión por la
fotografía… los que lo conozcáis ahora, ya os digo que para mi además de Arte,
expresión, transmisión, está hasta siéndome útil contra esta enfermedad. Porque
esa pasión por veces me obliga a salir a tomar una instantánea, aunque sea al
parque de al lado, pero ya es algo, y de otra forma no haría. Sin proponérmelo explícitamente,
está siendo terapia, y me mantiene la mente ocupada, parando viejos fantasmas
que desean de nuevo colarse por alguna de mis grietas.
Pues bien, repasando mi fototeca particular,
me paré en una instantánea, la cual tengo especial aprecio (os la pondré a
continuación) por lo que representa en tanto en cuanto que me rememora un viaje
muy especial que hice con mi pareja… deseoso de poder mostrarle algo bello que
desconocía pero que yo, habiéndolo visitado en varias ocasiones, sabría que se
dejaría atrapar por su magia y belleza… y así fue, nos atrapó!
Al margen de esta reminiscencia
preciosa, voy a la fotografía en cuestión. La vi días atrás. En uno de esos
muchos en los que mi rutina carcelaria jugaba con mis ánimos tirándolos por los
suelos. Y me detuve en la imagen…. y sólo veía desesperanza… el blanco y negro
que daba profundidad, a mi me remitía a tristeza. La persona que anda (mi
chico) me hacían sentir la más pesada de las soledades. El camino empedrado era
una metáfora viviente de mi sufriente vida, cual devoto sufre el dolor por ir
de rodillas por caminos semejantes para llegar a la ermita de rigor, y ofrecerse
para pedir alguna bienaventuranza…. Con la salvedad que ni voy a ninguna ermita,
que no es devoción, si no imposición cruel y manifiesta… y que sobre todo no
espero buenaventura alguna al final del mismo. Los árboles, ennegrecidos por la
propia característica de la foto, me inspiraban muerte y desasosiego, terreno infértil
cubierto de cenizas imposible de reutilizar nunca más… y ese terreno lo sentía
como mi interior, yermo, apagado y con el peor de los vacíos!
Y el final del camino, que como veis,
es blanco, sin profundidad de campo, sin saber lo que hay al otro lado, esa luz
brillosa…. dejó de ser para mi brillante, para tornarse en inquietante,
perturbadora, asustadiza, paralizante… ¿para qué caminar? Estaba convencido que
atravesarla sería encontrarme con la Nada.
Y una cosa es sentirla hiriente, como para encima quedar sumergido cual océano
inmenso donde no hay rumbos, ni norte ni sur, ni arriba o abajo… sin
dimensiones!
Y ya tuve la coctelera mágica… los engranajes
bien aceitados, empezaron a moverse con su peculiar rapidez… mi vida no era
vida, mi ser, inexistente, invisible. El miedo nuevamente apretando sus fuertes
cadenas contra mi pecho…. y aunque sin crisis de pánico por medio, la ansiedad
se disparó por las nubes, de forma vertiginosa… como la subida de azúcar de un
diabético, que falto de insulina, necesita inyectársela. La diferencia, es que
si tuviera esa insulina, ni la reconocería, y si lo hiciese, no tendría medios
para tomarla. Mi páncreas del alma ya estaba con su particular agonía! Y aquí,
de nuevo amigos, mi gran aplauso para otra obra magistral de mi amiga
Agorafobia…de nuevo engañado y torturado mientras soportaba sus incisivas risas
clavándose a cuchillo! Lo hizo de nuevo!
¿Y
me diréis, con toda razón, donde está ese positivismo que hablabas al
principio, Alberto? ¿La enfermedad te afecta tanto a la cabeza que olvidas lo
que dijiste y te pierdes de nuevo en experiencias sufrientes?
Pues os digo, que en una cosa lleváis razón
si es ese vuestro cuestionamiento… que de vez en cuando se me va el órgano interno
del cráneo y me pierdo o disperso. Pero esta no es la ocasión!
Os comentaba lo anterior porque además
de ser cierto que días atrás todos esos sentimientos se acontecían… hoy de
nuevo vi la misma fotografía, pero que un día tiempo atrás subí a esto del
Facebook, y observé que el mensaje que yo mismo ofrecía era totalmente
distinto! Y me hizo parar en seco todo ese engranaje malvado, todo esa negatividad,
para volver de nuevo a ver la belleza con la cual hice la captura fotográfica!
Y nació hoy en mí una sonrisa especial, que se unía a otras que el día me
otorgó… pero sobre todo volví a sentir esa sonrisa en mi interior, como si
latiera cual corazón impulsando esa esperanza por cada capilar de mis entrañas.
Nuevamente me reconocí, como os comenté en una reflexión anterior! Me había
olvidado…. pero volvía a sentir mi yo primigenio, el real, no el virtual decaído,
impuesto con engaños por esta enfermedad odiosa. Pasaron mil imágenes de como
yo soy realmente… y aunque fueron rápidas como una película al rebobinarse,
quedaron sentidas! Y con eso me bastaba…. Quizá hoy no es signo de euforia como
patología de la depresión. Hoy volví a vivirme… a beberme… a sentirme profunda
y profusamente. Y fueron pocas las palabras que puse a pie de foto aquel día en
Facebook, muchísimas menos que las que surgieron cuando me inspiró tristeza….
Un pequeño párrafo culminó mi estado alegre de hoy, con una alegría añadida…
Agorafobia, aunque no es muy a menudo, hoy volví a derrotarte! Termino este
relato dejándoos con lo que me voy a quedar esta noche rumiando y degustando.
Ese pequeño párrafo que un día escribí, y que hoy me devolvió un pedacito de
Vida. Hasta pronto, amigos. Mis mejores deseos y un cordial saludo.
Alberto
“Vivimos momentos convulsos,
inciertos, donde todo se tambalea, las realidades nos encrudecen con su tosca
bofetada... donde los caminos parecen desaparecer, donde no se avistan
horizontes, donde el color da paso a extenuantes escalas de grises....!
Pero los caminos siguen estando ubicados donde
siempre, los colores no han desaparecido, los horizontes no están tan lejos...
sólo hay que seguir.... caminando!”
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