Buenas
tardes a todos!
Hace
tiempo que no pongo mis dedos en este teclado narrador de mi historia vivencial
acerca de esta enfermedad que nos ocupa. Y hoy permitidme que aunque no hable
directamente de ella, si lo haga de los inicios que contribuyeron a su formación,
sobre todo por alguien en especial a quien quiero dedicarle estas líneas, mi
gran amiga, mi gata Karen.
Y
es que hace más de dos años se produjo un hecho, que más delante os narraré,
que condujo a lo que hoy padezco, y cual lapa, soy todavía incapaz de deshacer
y amputarla cual bisturí afilado y preciso del interior de mis entrañas.
Bien,
ese hecho, duro y cruel que ya os contaré, dio como principio un ataque de
ansiedad como nunca había vivido y una seria de acontecimientos que ni en la
mejor película de intriga, lo cual me condujo no sólo a una ansiedad
generalizada y excesiva… sino también a una severa depresión… al menos eso
atestiguaban los test que realicé con el primer psicólogo que tuve que visitar
tiempo después. Mis días eran largos… la tristeza, suma tristeza, dominaba mi
mente y corazón acompañada de inesperadas euforias, las cuales ni entendía por
qué acontecían… más tarde comprendí que era síntoma claro de dicha depresión.
Mi
largo dormir, pues era entusiasta de la cama y del descanso, con dificultades imperiosas
a la hora de despertar, (hasta necesitaba varios despertadores), se
convirtieron en largas noches de insomnio que hasta hoy perduran. Pues bien,
una de esas noches veraniegas, mientras mi pareja dormía, yo las pasaba en el
pequeño porche ajardinado, sentado en una silla, con una vela para iluminar
pocas penumbras, y mi mirada absorta y mi mente pululante y autocomplaciente en
el dolor y la tristeza… Pues bien, una de esas noches, llego Karen! Era la gata
de un vecino, de la cual pasó y pobre de ella vino en busca de alimento pues
estaba escuálida y de cariño, tan falto para ella. En ningún momento estuvo
recelosa, saque comida de mi gata Jewel, agua y leche… y la observaba mientras devoraba
para saciar ese hambre atroz. Después de ello, pese a sus pocas fuerzas, salto
en mi mis piernas, me lamió la mano, se lamió sus patitas y se quedó dormida en
mi regazo, placida, confiada… y así, aun con dolor de piernas y espalda, estuve
hasta altas horas para permitirle un descanso reparador, pero sobre todo
afectivo. Me olvidé de mi tristeza… la cual siguió, pero cambió hacia quién iba
dirigida!
Tenemos
perros y un gato… y mi pareja, gran amante de los animales, y sufridor de sus
males hasta no sabéis que punto… por espacio y responsabilidades no quería más ángeles en casa… Y ahí fue el inicio de
una amistad profunda con Karen… le daba comida y la escondía entre las macetas
cuando llegaba mi chico. Así estuvimos un tiempo, hasta que se descubrió el pastel…
pues no podía mantenerlo oculto y era cuestión de confianza el contar lo
sucedido. Aun así, era receloso pues era responsabilidad y economía… y no os imagináis
el pagar vacunas y enfermedades de 5 animales, como para uno más!
Pero
seguí ayudando a mi nueva amiga, y compañera de avatares. Saqué una caja con un
cojín para debajo del porche para cuando lloviera y pudiera refugiarse… y así
lo hacía….
Para
resumir, mi chico ya convencido… no hizo falta mucha insistencia, pues es su
debilidad y yo conocedor de ella, aproveché oportunidad y poco a poco fuimos introduciéndola
en casa… para que los perros fueran conociéndola y ella fuera perdiendo miedos…
y en pocos meses ya estaba como en su casa… Era
ya su casa! Salía y entraba a su antojo, así nos lo pedía, pues tampoco podía
estar encerrada en casa todo el día, pues su vida fue en la calle y eso la
hacía sufrir. Así que se colocaba en la ventana de la cocina para entrar… nos
llamaba. Jugaba con Jewel, se dormía su siesta y cuando quería irse, nos lo
pedía… pues ella encontró su territorio propio y su personal edén… el jardín amacetado
que teníamos en el porche! Era feliz durmiendo debajo de su níspero, u otras
plantas favoritas que le daban sosiego y frescura, o refugio… pero todas las
noches… más en invierno… entraba y se dormía con nosotros en la cama… siempre a
mi lado, con su mismo ritual, amasar mi pecho con sus patas, lamer y mordisquear
como si mamara mi blusa del pijama (reminiscencia de cachorro). Se acoplaba y
dormía introduciendo su cabeza entre mi cuello, hasta la mañana que comía y
volvía a su edén! Luego teníamos nuestros momentos personales… Todas las
mañanas al tomar el café en la cocina y fumarme un cigarro, ella entraba,
comía, bebía, me daba su cariño y en la encimera se sentaba a mi lado (como si
de un perro se tratara) hasta que terminaba para luego acariciarla y jugar un
poco…. Así todos los días… y sin esperarlo ni quererlo… y sin saber cómo, esa
fuerte depresión fue aminorada… nuestro vínculo era tan grande que aplacaba
tales fuerzas negativas… Y cuando pensaba que la estaba cuidando, descubrí que
la que me cuidaba era ella, mi pequeño ángel.
Las crisis de ansiedad y Agorafobia seguían, eso era demasiado para que ella lo
arreglara, pero gracias a ella quitó de mi mente ideas extrañas que durante esa
depresión eran constante y casi efectivas!
Pues
bien, esa maldita depresión, ha vuelto de nuevo un poco a mi vida… o por lo
menos una tristeza inmensa… pues mi amiga y compañera, parte de la familia, se
fue en el momento más inesperado, y hace tres días de eso, y aun continuo
derramando lágrimas en cualquier momento. Si esto fuera escrito en papel, ni os
lo podría presentar de las sacudidas lacrimales.
El
suceso, casi inexplicable, y por el que en parte me siento culpable. Como os
decía sufro de insomnio y en tiempo me mandaron una medicación fuerte para
dormir, la cual como efectos secundarios era que al dia siguiente estaba algo mareado
y falto de reflejos… con multiples caídas tontas! Pues llevaba como un mes sin
tomarla para intentar dormir sin ellas, y aunque dormía poco, cualquier cosa me
despertaba. Pues bien, cansado de no descansar, una calurosa noche de verano,
decidí tomarla para poder descansar un día al menos… y aquí vino la puñetera
llamada ley de Murfy! A la mañana, mi pareja me despertó sobresaltado… “Karen a
muerto”…. Cómo, no es posible! – le respondía dentro de mis mareos y mi
dificultad de despertar y levantarme- Baje como puede las escaleras, agarrado
fuerte a la barandilla para no caerme, y en el porche estaba ella, Karen, con
la definitiva y perenne visita de Morfeo. Mi pareja, acostumbrada a sufrir
tales menesteres por ese amor a los animales. (para mi era la primera vez) al
tocarla, ya dura por el rictus pero blanda en su interior… me dijo que habría
sido un atropello…. Apenas mis lágrimas abundantes me permitían verla
claramente mientras la acariciaba incrédulo…. Que desalmado no frenó ante tan
cariñosa y bondadosa criatura!
Pero
lo más asombrante, y a la vez doloroso, es que en el estado que estaba,
interiormente destrozada, tuvo fuerzas para llegar a su pequeño edén, casi a la
puerta de casa, para despedirse de nosotros, de mi, y por culpa de esa estúpida
pastilla no logré escuchar nada y nunca me perdonaré no haber estado en su último
aliento, intentar ayudarla, o darle mis caricias para que su ida fuera menos
sufriente, despedirme de ella… Cómo podía haberla fallado así… cómo? Quien me
dio vida, no estuve al final de la suya…. Y no hay dìa que ese tormento no me
acompañe… No merecía tal final un ser cuya bondad y amor eran incomparables,
sin ápice de maldad ninguna. Y aunque sé que vuelve de donde vino, del cielo, y
que seguirá intentando alumbrarnos junto a las estrellas perseiras, como lo
hacía con su simple verde mirada, todavía me pregunto por qué Dios la puso en
mi vida para llevársela tan pronto!!!!
No
sabes cuánto te echo de menos… cuantas veces me parece escucharte, o creer que
voy a verte en la ventana cuando voy a la cocina! Hasta la peque Jewel, con la
que jugabas, te extraña, y casi todos los días me pide que abra la ventana
esperando verte! Y sé que después del fin de los días, cuando crucemos ese
umbral, estarás allí, sentada, mirándome con tus verdes ojos, esperándome….
Nunca,
nunca…. nunca te olvidaré, no podré hacerlo… pues aún te necesito, amiga mía, y
sé que estarás en tu propio edén y serás feliz…. Y estés donde estés, si me ves
llorar, no te inquietes ni te entristezcas, pero no puedo evitarlo!
Y
hoy, tras más de dos años la tristeza vuelve a inundarme!
La
Agorafobia sigue manteniéndome encerrado en casa…. La ansiedad sigue ahora más
que nunca, en su vertiente más creciente…. Pero no pienso en ello…. me da igual
lo que estos días estas malhechoras quieran hacer… pues sólo me inundan dos
cosas… una tristeza desconsolada y el más mágico de tus recuerdos!